Galiana, la musa avilesina
La calle soportalada fue cuna de la movida
creaciones artísticas y excelencias gastronómicas
Construida en el siglo XVII, la Calle Galiana es una de las más populares y transitadas de la villa de Avilés. Es una calle peatonal y llaman la atención los soportales y los balcones de los edificios.
La Calle Galiana es muy popular por celebrarse en ella el tradicional Descenso de Galiana, una popular fiesta que se realiza durante el Antroxu (Carnaval). Este multitudinario acto, se ha convertido en referencia del carnaval avilesino.
El festejo consiste en la fabricación de unos singulares artilugios que simbolicen unas embarcaciones que se deslizan por la Calle Galiana y que navegan a través de un mar de espuma. Los artilugios compiten así por conseguir los premios de la fiesta que votará un jurado según la originalidad, esfuerzo y puesta en escena de las embarcaciones.
probablemente sea la calle más singular y conocida de Avilés: la calle Galiana. Se trata de una calle peatonal, que fue construida ya en el siglo XVII, momento en que la ciudad empezaba a crecer y a expandirse más allá de las antiguas murallas. En la actualidad, es una calle de alrededor de 212 metros, que se caracteriza por el hecho de que en uno de sus lados se encuentran unos soportales, construidos con la intención de que sirvieran de cobijo de la lluvia y del sol, que suponen la característica más reconocible de la calle.Además, el hecho de que durante la época en que se trazó esta calle la actividad ganadera fuera muy intensa explica también que, todavía hoy, haya una parte empedrada (por la que circularía el ganado) y otra pavimentada con loseta, que era la que se reservaba al tránsito de las personas.
Los balcones de muchos de los edificios que dan a esta calle también son muy singulares, ya que se trata de edificios muy antiguos, que encajan perfectamente con la propia calle.
Los soportales de Avilés, artísticamente, atrapan. Si no que se lo pregunten a directores de cine desde Gonzalo Suárez o José Luis Garci hasta llegar Woody Allen, que realizó varias tomas en Galiana, aunque finalmente no las incluyó en su película 'Vicky Cristina Barcelona'.
Fue la erección, en 1625, de la capilla consagrada a San Roque «por haber librado a la Villa de Avilés de la terrible epidemia de peste que asolaba a España». Pero la ermita nació arquitectónicamente apestada y amenazó con derrumbe total hasta en cinco ocasiones, siendo sustituida en el siglo XIX por la conocida como de ‘Jesusín de Galiana’, nombre muy celebrado no sin cierto asombro por quienes nos visitan.
Antes de eso, a finales del siglo XVII, Avilés comenzó a cambiar su traza urbana construyendo, fuera de sus murallas, tres palacios y dos calles prodigiosas. Una de ellas, la de Galiana, ascendió hasta El Carbayedo y lo conectó definitivamente con la villa.
Galiana, una de las más atractivas de Avilés, con un lado lleno de casas antiguas con soportales y bares y, el otro, ocupado por palacetes de indianos. También verás una de las entradas al parque de Ferrera, que en tiempos era el jardín privado del palacio y ahora es el gran espacio verde del centro de la ciudad.
En la parte final de la calle, encontramos uno de los accesos al parque de Ferrera. también está la capilla del Ecce Homo o Jesusín de Galiana. Se trata de una reconstrucción de finales del XIX de otra más antigua dedicada a San Roque que fue construida en la segunda mitad del diecisiete. Y cerca, la entrada al parque del Carbayedo.
Decenas de columnas de arenisca alveolizada sostienen las estructuras de una de las calles más emblemáticas de la Villa del Adelantado: Galiana. Erigida extramuros durante el siglo XVII, en plena expansión barroca, sirvió como camino hacia Grado durante siglos. Sus 252 metros de longitud la convierten en la vía soportalada más larga de Avilés; más de dos centenares de metros que supuran historias por todos sus poros. Convertida en los años ochenta del pasado siglo en el corazón de la «movida avilesina», Galiana ha sabido superar una época de olvido de la que parece estar emergiendo poco a poco.
En Galiana conviven dos Avilés, el sacro y más castizo y el artístico-cultural. La calle ha sido siempre fuente de inspiración para muchos artistas. La estampa pintoresca de sus balcones, corredores y soportales ha propiciado multitud de obras artísticas, tanto literarias como pictóricas y fílmicas. Favila, pintor avilesino por antonomasia, fue testigo directo de la época dorada de la calle. Desde las ventanas de su estudio -que compartía con artistas como Luis García, Nicieza, Secades y Demetrio Reigada, entre otros- contempló el nacimiento del popular descenso carnavalesco, las noches de la folixa nocturna y tomó parte en las tertulias que se organizaban en el local Don Floro. «La Galiana de hoy es muy diferente a la de antaño. Podríamos decir que la calle acogió a la movida asturiana. Aquellos tiempos me traen muy buenos recuerdos, fue el mejor entorno artístico que hubo hasta ahora en Avilés», señala el pintor.
Gonzalo García regentó por aquellos años el pub Trasgu, una de las catedrales de la época dorada de Galiana. Su vida está estrechamente ligada a esta calle. Se crió en ella y conoció a su esposa Carmen Rodríguez bajo sus soportales, con la que tuvo a su hija María, también natural de la misma calle. «Creo que Galiana está desaprovechada. A partir de 1995, con las obras que sufrió el vial, la movida comenzó a decaer», señala.
El pub Don Floro es uno de los últimos reductos de esa fiesta ochentera. Jorge Menéndez, regente del local desde hace cinco años, comenta que todo ha cambiado. «La Galiana actual es muy diferente a la de los ochenta. Cada bar, de los dieciocho que había, tenía su propia personalidad». En el Don Floro ya no hay «jam sessions» ni tertulias, pero Menéndez ha tomado el testigo de la música en directo para calma de todos los rockeros de la comarca y organiza actuaciones en acústico.
Galiana goza de un encanto propicio para las manifestaciones plásticas. «Desde cualquier zona que la mires tiene un rincón especial. Sus casas apiladas son todas distintas pero guardan una armonía, poseen una determinada dinámica. Sus colores se combinan con el de la piedra y sus soportales aportan efectos lumínicos muy atractivos», señala Favila.
Quizás uno de los lugares más queridos por este pintor sea el portal 18, punto donde se encuentra una hornacina que alberga una imagen de la Virgen del Carmen, obra de su padre Amado González Fernández tras la desaparición del original. Puede que este sea el nexo de unión entre el arte y los caracteres más sacros de la calle. Ante este pequeño templo dedicado al culto de la patrona de los marineros se entonan cada 16 de julio canciones como la salve marinera o «Estrella de los mares».
«Este comercio lleva setenta años en Galiana y es el lugar de nacimiento de Embutidos Vallina. La calle se está rehabilitando. Considero que es uno de los mejores sitios para vivir en Avilés. El Ayuntamiento debería retirar los soportales a la altura del número 36»
«Hasta 1969 la calle se llenaba de comerciantes cada lunes en el mercado de El Carbayedo; en los bajos de Galiana había muchos artesanos. En los 80 llegó la movida, y en los 90, la decadencia»
«La vida de muchos avilesinos está vinculada por completo a Galiana. A partir de 1995, con las obras que se realizaron, entró en declive; Galiana tiene mucho potencial, debería sacársele partido»
Armando Palacio Valdés contribuyó a hacer famosa –literariamente– esta espectacular calle porticada, levantada en el siglo XVII. En ‘La novela de un novelista’, le dedica un capítulo específico: ‘La batalla de Galiana’, donde narra las rivalidades entre jóvenes de Sabugo, Rivero y Galiana.
Ya se sabe que lo de Palacio Valdés con Avilés fue un amor a primera vista. Ciudad y autor siempre se agradecieron mutuamente, y una de las concreciones fue Galiana. El nombre de la calle (sinónimo de cañada), oficialmente nunca cambió, excepto entre el 3 de mayo de 1918 y el 19 de julio de 1945, en que llevó el del gran escritor asturiano.
Para generaciones de avilesinos, la zona porticada de la calle, fue camino diario, de su casa al edificio del Instituto de Enseñanza Media, hoy reconvertido en Colegio Público ‘Palacio Valdés’. En fin.
La calle tiene252 metrosde soportales, apoyados en más de un centenar de columnas, con pavimentaciones originales: una empedrada, para animales irracionales (generalmente caballería) y otra con loseta para animales racionales, mayormente así considerados.
Casi empieza en una iglesia (San Nicolás) y por poco no termina en una capilla (conocida como ‘Jesusín’ de Galiana). Y en su mitad está la hornacina de la Virgendel Carmen, colocada en 1812 por José Corominas (‘Pepín el Jardinero’), vecino de la calle, que atribuyó a dicha imagen el salir con vida del incendio de su casa.
La calle se conserva como puede. Por ejemplo, sobran alturas de edificios recién restaurados y también unas horribles barandillas metálicas en las escalerillas de accesos a soportales, algunos de los cuales (entre los números 40 y 44) todavía exhiben astutas trampillas –originales del siglo XVII– que comunican piso con soportal.
El encanto, a Galiana, le viene por la variedad del conjunto porticado, por el mágico juego de la luz solar en según que horas y estaciones, y por la curva, la traza sinuosa de los soportales en su ascenso hacia la zona alta de Avilés.
Vista desde su inicio, asemeja un maravilloso laberinto. Y desde un lateral, un estuche de piedra que, milagrosamente, contiene una calle.
La Calle Galiana es de las más singulares y populares calles de la ciudad. La parte soportalada, contemplada desde su inicio en la plaza Álvarez Acebal, forma un encantador laberinto, interminable a la vista.
Fue construida en el siglo XVII, coincidiendo con la expansión de la ciudad fuera del conjunto amurallado. Tiene una gran zona totalmente soportalada: son 252 metros a cubierto. Muchos de los edificios construidos entonces siguen hoy existiendo sin muchas alteraciones.
El modelo constructivo se basa en lo que ya era tradición en la ciudad: el soportal, que cobijaba de la lluvia y del sol a los artesanos, cuya actividad era muy intensa; los lugareños que se dedicaban a estos menesteres podían trabajar bajo techado al aire libre, teniendo el almacén en la planta baja y la vivienda en el piso superior. Presenta una singularidad respecto a otras calles soportaladas: las partes traseras de las viviendas tenían, y tienen, su huerto, con lo que los moradores disponían de una buena despensa alimenticia y también servía para cobijar, preferentemente, ganado vacuno.
Otra característica de Galiana es el pavimento de los soportales, dividido en dos partes: empedrado para el tránsito del ganado y otro de loseta para los ciudadanos. Hay que resaltar las espléndidas balconadas que dan a la calle, algunas de ellas de época. En la parte final se levanta la capilla de «Jesusín» de Galiana, en origen del siglo XVIII aunque la fábrica actual es del XIX.
Todo ello hace de esta calle un incomparable espacio urbano, hoy reconvertido en zona lúdica. Desde 1987 se ha singularizado festivamente por discurrir por ella el Descenso Fluvial, el evento más original de las fiestas del carnaval (o «antroxu») avilesino, el más destacado del norte de España.
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